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lunes, 7 de diciembre de 2015

Adiós




Desde la primera vez que vi este anuncio me impactó y siempre suelto un par de lágrimas cada vez que lo veo, también me da rabia con los hijos, y hasta con el mismo anciano, por sentirse tan miserable que pueda llegar al punto de fingir su muerte para poder reunirlos en Navidad y luego alegrarse por una compañía impuesta, porque está claro que los hijos jamás hubieran ido a su casa sino hubieran recibido el mensaje de su presunta muerte.

Este fin de semana pasó lo mismo en mi edificio, con la diferencia que el anciano no se tomó tantas molestias, simplemente se acostó a sus 98 años cumplidos al lado de su esposa de toda la vida, enferma de alzheimer, y a la cual llevaba varios años cuidando, y no despertó a la mañana siguiente. Hubo policía, médicos forenses, ambulancia, empleados de la asistencia social, en fin, como que fue todo un follón, y yo, NI ME ENTERÉ!!! Sumida en brazos de Morfeo no me di cuenta de nada, pareciera que este dios cada noche se niega a dejarme ir hasta que el sol esté bien alto, las ventajas de no trabajar, que alguna debía de tener.

Ayer fuimos al sepelio, las hijas determinaron que fuera una ceremonia laica. Sólo reconocí a una, la más fea de las dos, porque en todos estos años la vi un par de veces, una de las cuales cuando mi adosado llamó a los servicios sociales porque ya no aguantábamos el mal olor que salía de su piso y se pasaba al portal obligándonos a mantener la puerta abierta del edificio con las consecuencias de inseguridad que esto conlleva. A la otra, los yernos y las nietas, los conocí en el tanatorio.

Cuando salimos le comenté a mi adosado que aun me sorprendo con las costumbres de aquí, como es posible que teniendo tanto dinero, no le hubieran llenado la sala de flores, máxime que son propietarios de una floristería, pero está visto que aquí son fríos, tanto en vida como en muerte...

lunes, 30 de noviembre de 2015

Aniversario


Si esa tarde ella hubiera sabido que 20 años después estaría sola, gorda, lejos de todo lo que ama, llorando y tiritando de frío, tal vez no se hubiera quedado dormida ni un segundo...

Seguramente su encuentro lo habría pactado más temprano y ni por equivocación le hubiese dejado desperdiciar tanto tiempo en conversaciones tontas; se debería haber fijado en todos los detalles para retenerlos en su memoria y ahora recrearlos para sentirse acompañada y alegrarse un poquito la tarde, pero no lo hizo, simplemente se lanzó de cabeza en sus brazos sin pensar en las consecuencias, sin saber siquiera cuanto duraba la inauguración de un Metro y si alguien notaría su ausencia en el acto.