Estoy hasta el moño del #MeToo o #YoTambién en español, pues desde hace meses no pasa un día en que no salga en el noticiero o en redes sociales una nueva denuncia sobre acoso sexual, no necesariamente reciente, ya vale también la denuncia de la viejita que quiere mostrarle al mundo que ella una vez tuvo 20 años y un corazón vagabundo por el que alguno perdió la compostura.
De todos es conocido desde tiempo inmemorial que las actrices de Hollywood para ascender en sus carreras y alcanzar el estrellato anhelado debían aceptar propuestas indecorosas por llamarlas de alguna manera, o hacer cosas que no querían. Marilyn Monroe por ejemplo, de no haber posado desnuda para un calendario en los inicios de su carrera, haber accedido a dejar de llamarse Norma Jeane Baker, cortarse su melena y cambiar el color por el rubio platino que la acompaño hasta su prematura muerte, no sabríamos hoy por hoy quién era ella.
Y estoy segura que si estuviera viva, la habríamos visto en la pasada entrega de los Globo de Oro vestida de negro como las demás actrices relatando en las entrevistas al igual que la mayoría de sus colegas, como fue víctima del acoso sexual de su agente/productor/director, da igual el que haya sido, quien le dijera que hiciera lo que hizo para impulsar su carrera como efectivamente ocurrió.
El año pasado en noviembre estuve en Medellín para asistir a un encuentro de egresados, hace 30 años que no nos veíamos y fue una experiencia maravillosa, ya tendré oportunidad de hablar de ello en otro post.
Estando allá, mi hermano me hizo caer en la cuenta que si quería de verdad regresarme a Colombia y establecerme de nuevo, este era el momento, pero cuando ya caí, faltaban 3 o 4 días para regresarme. Como no hay peor diligencia que la que no se hace, alcancé a dejar dos o tres currículum, uno de ellos a un compañero de la Universidad, parcero, que incluso también fue mi jefe inmediato en alguna oportunidad y que hemos mantenido el contacto siempre; cuando nos despedimos le dije como el bolero: "Si tú me dices ven, lo dejo todo" y me regresé muy ilusionada y hasta confiada en que me iba a salir algún empleo.
Esta es la hora que no me han llamado y seguramente no lo harán.
Pero en diciembre, mi amigo de toda la vida, mi parcero, me manda un WhatsApp: "Negra no he podido hablar todavía con V para lo tuyo, tranquila que estoy pendiente, vos sabes que yo más que nadie quiero que estés aquí. Mientras tanto mándame una fotico de esas tetas tan buenas que tenés, haceme ese favor sí?"
Le contesté partiéndome de risa pensando que era una broma suya y así estuvimos varios días, él insistiendo en la foto y yo contestando con risas, hasta que me puse seria y le dije: "Ve, ¿es que el trabajo depende de una puta foto de mis tetas?" No me contestó.
A la semana, o no sé, a los días, me escribió otra vez para decirme que V solo estaba recibiendo hojas de vida que vinieran autorizadas expresamente por el Gobernador, por tal razón no podía ayudarme, le di las gracias y seguimos siendo igual de amigos como siempre.
Cuando he comentado esto con amigas(os) se ofenden y me dicen que es un acosador, que horrible, que es asqueroso, etc., a mí no me lo parece, simplemente aprovechó la ocasión y no le salió y si yo le hubiera mandado la foto, pues se hace una paja y seguramente eso sería otra cosa más que estrecharía nuestra amistad, yo que sé, el caso es que el punto al que quiero llegar es que no voy a condenarlo por desearme sexualmente, ni por haber tenido ese desliz cuando nuestra amistad pesa mucho más y cuando yo tuve opción de decidir.
Por eso no soporto a las del movimiento #MeToo, porque decidieron en su momento que sí, que se sometían para alcanzar el éxito y ahora que lo tienen ¿se van de caza de brujas?